Miscelánea
El discurso libre y soberano
En el gobierno del presidente de la república he decidido dejar, momentáneamente, de lado la reseña literaria para hablar de un tema ligado a la política. Todos hemos oído la expresión “políticamente correcto” que significa cuidar nuestras palabras o actitudes para no molestar a otros, como cuando le decimos a un amigo: “tu novela está… muy interesante”. En esta búsqueda de las palabras adecuadas, he visto que nuestra clase política ha desarrollado una serie de protocolos, acuerdos o reglas que les permiten sobrevivir y avanzar en un mundo de intensa competición, por lo que han creado un lenguaje propio que no siempre expresa lo que parece decir. En las siguientes líneas quiero hacer un recuento de algunas expresiones que me llaman la atención.
En primer lugar, mencionaré varias frases a las que recurren algunos políticos mediante las cuales pretender ser contundentes y definitorios, aunque en realidad sirven para salir del paso cuando les piden una explicación ante un presunto delito o una flagrante injusticia. Estas frases se dicen una sola vez, antes de iniciar cualquier acción, atajan las críticas ante la inactividad y consiguen el beneficio de la duda. Una vez dichas, el político espera que el asunto salga de los medios de comunicación para tener libertad de actuar.
· Llegaremos hasta las últimas consecuencias... (nunca se especifican cuáles pudieran ser esas consecuencias).
· Caerá todo el peso de la Ley... (metáfora muy sugestiva que implica que la Ley es como un mazo que se puede dejar caer sobre la cabeza del presunto culpable).
· Caiga quien caiga… (a menos que…).
· Actuaremos con estricto apego al Estado de Derecho… (Es decir, esta vez no vamos a torcer la Ley).
· No vamos a quitar el dedo del renglón… (Aunque en la hoja hay varios renglones).
· Vamos a poner nuestro máximo esfuerzo… (No importa que nos paguen lo mismo).
En segundo lugar, tengo una colección de frases propias de los tiempos electorales que pertenecen a la reconocida escuela mexicana de palabras huecas, donde tenemos refulgentes perlas como “Arriba y adelante” o “las tepocatas y víboras prietas”:
· Primero la gente. Algunas variantes son “Primero el pueblo” o “Primero los pobres” pero debido a que estas últimas acarrean una cierta carga ideológica, es preferible sustituirlas por algo más ligero, descafeinado.
· La encuesta que vale es la de las urnas. Esto se debe decir cuando las encuestas no favorecen al entrevistado; en caso contrario, la encuesta que vale es esta, ¡sí señor!
· Seré el Presidente (Gobernador, Presidente Municipal) de todos sin distingos de colores. Esto se dice cuando el candidato supone que ya ganó la elección. Variantes a esta declaración son: “Llegó el tiempo de la reconciliación…”, “Extiendo mi mano…”, etcétera.
· Estoy preocupado y ocupado. Frase muy útil para dar la impresión que se es una persona pensante y activa. Decir solo el primer participio es de mal gusto y seguramente será muy criticado.
· Con altura de miras. Quiere decir que el de la voz se ha fijado metas ambiciosas, de altura pues. No se sabe si el símil cinegético es porque le están apuntando a un zopilote o al cielo mismo.
· Espero que me den la oportunidad de servir. Esta frase me parece tan falsa que no tengo más comentarios.
Siguen a continuación frases para diversas ocasiones que muestran a un ejecutivo más que a un político: decidido, tajante, conocedor. La idea es no dar lugar a dudas ni a mayores cuestionamientos:
· Quiero ser muy puntual. Al principio, uno se queda pensando en que esta persona ahora sí nos promete llegar a tiempo a sus citas, pero no, lo que realmente quiere decir es: “voy a hablar sobre este punto y nada más”, “voy a ser tan preciso que no van a quedar dudas al respecto”.
· En tiempo y forma. Con estas breves palabras el personaje establece que él, o su dependencia, cumplirán (o han cumplido) con los engorrosos procedimientos oficiales para llevar a cabo el trabajo encomendado. Mi mamá prefiere decir “como Dios manda”.
· Con los pies bien puestos sobre la tierra. Quiere decir, soy realista, no soy un soñador ni construyo castillos en el aire. Pueden confiar en mí. Su dinero estará bien gastado.
· Con la cabeza fría. Una ligera variante de la frase anterior pero haciendo énfasis en que las emociones no lo dominan a la hora de tomar decisiones.
· Con todo respeto. Frase muy utilizada antes de faltarle el respeto a un miembro de otro partido.
· Cumpliré con mi encomienda hasta el último día de mi encargo. Esto se debe declarar al iniciar su periodo en el “encargo” y también al final cuando el partido decidió no postularlo para otro “encargo”.
· Mi ciclo ya terminó. Frase poco usual pero que de vez en vez se requiere para ocultar el hecho de que ya cayó de la gracia del jefe.
· No estoy enterado. Frase muy utilizada cuando el político no quiere hablar en público de un tema incómodo. Nadie le cree que no sepa lo que todos ya sabemos.
Los siguientes son solo algunos consejos para políticos que van a hablar para audiencias tan quisquillosas como yo, que en todo se fijan y hasta lo que no comen les hace daño.
· Debería estar prohibido hablar de uno mismo en primera persona del plural o, peor aún, en tercera persona del singular. Muchos políticos, al ser entrevistados, gustan de decir “Nosotros…” quizá dando a entender que habla a nombre de un grupo cuando en realidad habla por él mismo. Más grave aún es hacer uso del estilo “Juanito” donde se habla de uno mismo como si fuera una entidad diferente. ¿Por qué ese desdoblamiento de la personalidad que merecería ser atendido por un especialista?
· También sugiero que se minimice el uso de la muy mexicana fórmula “su servidor” cuando lo que se quiere decir realmente es “yo”. He escuchado frases como “un servidor hará todo lo posible por resolver este problema”. ¿De quién habla?
· Una plaga que nos llegó junto con Vicente Fox es el exceso en la distinción de géneros al hablar, que se utiliza para pretender que uno está a favor de la igualdad, dándole siempre la preferencia a las mujeres. Así tenemos, por ejemplo, “todas y todos”, “las jóvenes y los jóvenes”, “la prójima y el prójimo” y así ad nauseam. Todos hemos aprendido que en español el género masculino incluye al femenino cuando se habla del conjunto, aunque tal vez a algunas mujeres esta nueva distinción les haya parecido un avance en la lucha por la igualdad pero imagínense en lo que podríamos caer: “la perra y el perro son la mejor amiga y el mejor amigo de la mujer y el hombre, respectivamente”[1].
· Una costumbre muy arraigada entre nuestra clase política es atribuirle al jefe una sabiduría y un compromiso enormes, tantos que dejan la impresión que en esa dependencia el único que piensa es el jefe. Por ejemplo, imaginen la inauguración del concurso de matemáticas en la primaria del pueblo, el funcionario en turno dirá algo así: “el señor… (agregue usted aquí el cargo que quiera Secretario, Presidente Municipal, etc.) ha estado muy pendiente del resultado de este concurso…”.
· Una variante al caso anterior, es cuando el servidor público, en representación de alguien de mayor autoridad, dice: “El jefe me instruyó a atenderlos…”. En otras palabras: “estoy aquí solo porque me lo ordenaron, si por mí fuera…”.
Seguramente usted podrá encontrar muchos más ejemplos que ilustrarían este estilo tan peculiar del habla que encontramos entre la clase política. Una constante de este grupo es el gusto por los circunloquios, darle la vuelta al tema central, hablar sin comprometerse, tratar de quedar bien con todos, para decir poco con muchas palabras.
(Este documento es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido su uso para fines distintos a los establecidos en el programa).
Hola José Manuel,
ResponderEliminarDado que soy un nuevo seguidor de Meridiano 93 sólo contribuiré con otra posible acepción al uso del "nosotros" que algunos seres solitarios acostumbran: Cuando la reina habla, o el que sigue siendo el gu...rey dicen Nosotros pensamos que el Estado somos nosotros, aunque el rey que lo dijo prefirió no dejar dudas El Estado soy Yo. Tengo dificultad de leer con un ojo, por lo que me detengo. Saludos.